Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 29 de agosto de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Gran Acuífero Maya es un proyecto de investigación, preservación y difusión de uno de los acuíferos más grandes de México, conformado por una red de cuevas inundadas en la península de Yucatán.
Impulsado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Instituto Aspen, la Universidad Tecnológica de la Riviera Maya (UTRM), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y National Geographic, el proyecto se realiza desde un enfoque multidisciplinario y de carácter holístico que tiene como fin realizar un acervo fotográfico en tercera dimensión (3D) del Gran Acuífero Maya y un diagnóstico de su estado actual.
Guillermo de Anda Alanís, director del proyecto y responsable de Proyectos Especiales de Arqueología Subacuática de la Coordinación Nacional de Arqueología, ha dedicado los últimos 30 años de su labor profesional a la exploración de cuevas y cenotes de México.
Entrevistado por la Agencia Informativa Conacyt, señaló que el conjunto de acuíferos contiene una riqueza extraordinaria de material arqueológico en un estado de preservación óptimo, además de ser una importante fuente de agua potable. Por tanto, el proyecto pretende entender, a través de datos muy específicos, qué es lo que tenemos por debajo de la superficie terrestre para preservarlo, investigarlo y aprovecharlo.
“No solo es nuestra fuente de agua potable, en la península no se podría vivir sin el acuífero. Tanto las ciudades como las pequeñas comunidades, todos dependemos de este acuífero, y aparte de su riqueza cultural, es una extraordinaria zona de exploración y de explotación turística”, apuntó.
Visión global e interdisciplinaria
Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro Interdisciplinario de Ciencias del Mar del Instituto Politécnico Nacional (Cicimar IPN), el Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) y la Universidad de Quintana Roo (Uqroo) han realizado previamente valiosas investigaciones desde perspectivas biológicas, químicas y arqueológicas en torno a los cuerpos de agua subterráneos de Yucatán.
La propuesta innovadora del Gran Acuífero Maya radica en su visión metodológica interdisciplinaria que permite compaginar las series de datos que serán obtenidos a lo largo de los próximos cinco años en un mismo cuerpo de investigación y difusión científica.
En palabras de De Anda Alanís, es un proyecto ambicioso porque se trata de un contexto de grandes proporciones. Para lograr sus objetivos, el equipo cuenta con arqueólogos subacuáticos, buzos expertos, cartógrafos, biólogos, geólogos, antropólogos y comunicólogos que cuentan con una gran experiencia en su rama, así como profesionales y estudiantes de turismo, geología, antropología y biología con visión sustentable y social.
En su fase inicial, los investigadores se encargan de definir las rutas de trabajo idóneas de acuerdo con las características de los cuerpos de agua explorados, y se estima que en noviembre del presente año se obtengan los primeros balances de lo que se está entendiendo acerca del acuífero.
Conociendo el Gran Acuífero Maya
De acuerdo con Guillermo de Anda Alanís, el conjunto es en gran parte un acuífero costero y un acuífero libre cárstico que se forma por el agua de lluvia y sus características varían considerablemente de acuerdo con las diferentes zonas en las que se distribuye.
En la zona de Tulum, por ejemplo, existe un área con una gran cantidad de túneles (galerías de ríos subterráneos) y, según el mapeo realizado durante los últimos 30 años por el investigador y un gran número de exploradores que vacían sus datos en la plataforma del Quintana Roo Speleological Survey, cuenta con mil 500 kilómetros de galerías sumergidas, lo que representa un número muy grande para un área geográfica tan pequeña.
La mayor parte del agua del acuífero es dulce y una característica sobresaliente es la gran cantidad de espeleotemas que alberga. En palabras del investigador, las estalactitas y las diversas formaciones de roca no solo son bellas, sino que también contienen una gran cantidad de información relativa al pasado, desde los cambios climáticos más importantes hasta la conformación de la península.
“Tenemos información arqueológica que viene desde la Edad de Hielo, hay elementos como huesos de animales de al menos 12 a 15 mil años de antigüedad que pudieron haber convivido con los humanos. Todo esto deriva hacia los protomayas, es decir, los que dieron lugar a la civilización maya y, finalmente, a los mayas mismos”, apuntó.
Se considera también que en la zona conocida arqueológicamente como las tierras bajas del norte y la costa oriental, la civilización maya usó estas formaciones de agua no solo para su supervivencia, sino también como lugares de gran simbolismo.
“Nuestras hipótesis arqueológicas van en el sentido de que gran parte de esta zona dio origen a los rituales y a la cosmogonía maya, y si queremos rastrear dónde inician los rituales en torno a cuevas, creo que tenemos que empezar por la Edad de Hielo”, indicó.
Mapeos de imágenes en 3D
Con brújula en mano como en la labor común del arqueólogo, Guillermo de Anda Alanís traza la ubicación, posicionamiento y el mapeo de los sitios para su registro. Aunado a esto, el proyecto introduce un elemento innovador para la disciplina: el modelado en tercera dimensión (3D).
“Esto es muy popular en muchos medios, incluso en arqueología, pero el nuestro tiene una particularidad importante: nosotros no extraemos las piezas para hacer nuestros modelos de tercera dimensión, sino que tomamos las fotografías in situ, ahí mismo hacemos nuestro trabajo, bajo el agua tomamos miles de fotografías, formando millones de puntos digitales, y traemos esta información dentro de nuestras cámaras”, apuntó De Anda Alanís.
Los datos se trasladan a un software diseñado especialmente para el proyecto por Corey Jaskolski, miembro del proyecto y director de Tecnología de Imagen a Distancia de National Geographic, mediante el que se realizan los modelos en 3D a partir de grupos de fotografías amplificadas, organizadas e interpretadas en laboratorios especializados.
Localizar alguno de estos acuíferos en un mapa, con la gran base de datos desarrollada, será tan sencillo como dar un clic, teniendo acceso a toda la información básica de cada cuerpo de agua.
Con el financiamiento del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el proyecto adquirió equipo para laboratorios portátiles que se instalan en la orilla de los sitios de estudio, desde donde se analizan muestras de aguas de las que se obtiene una serie de parámetros.
“Es un proyecto muy amigable con el ambiente, es decir, no queremos remover nada; los elementos permanecen en su sitio, únicamente obtenemos la información en forma de imágenes. En cuanto al aspecto biológico es similar, hacemos muestreos de las zonas del acuífero y tenemos laboratorios portátiles; los resultados los tenemos prácticamente al salir del agua”, apuntó De Anda Alanís.
Impacto del desarrollo urbano y hotelero
El biólogo Arturo Bayona Miramontes, adscrito al Instituto Tecnológico Superior de Felipe Carrillo Puerto (ITSFCP), es el analista de los cuerpos de agua del Gran Acuífero Maya, y su trabajo se centra en realizar análisis químicos, físicos y bacteriológicos para diagnosticar la salud de las aguas del acuífero, ya sea de cenotes, lagunas o canales.
Amonio, nitratos, nitritos, fosfatos, cloro y detergentes son algunos de los elementos que se estudiarán en los análisis químicos del Gran Acuífero Maya. De acuerdo con el investigador, el análisis final de bacteriología determinará si existen bacterias coliformes en el agua, es decir, si las fosas sépticas y el destino de los desechos humanos están conectados a estos cuerpos de agua. De manera complementaria, el análisis geoquímico estará enfocado en los aspectos físicos como temperatura y turbiedad.
Biólogo Arturo Bayona realiza análisis de agua en campo.
Bayona Miramontes apuntó que el primer paso realizado consistió en obtener valores básicos de los acuíferos de la zona maya, que comprende las localidades de Bacalar, Chumpon, Tulum, Cobá, José María Morelos, Felipe Carrillo Puerto, Laguna Chabela, Kantunilkín, Muyil, Tinum y Chocholá.
A partir de esto, se realizarán comparaciones de los resultados de los análisis para observar los cambios químicos, biológicos y físicos a través de las zonas donde se ha incrementado el desarrollo urbanístico y turístico.
De acuerdo con el investigador, la hipótesis en este campo apunta a que, mientras en los municipios de la zona maya como José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto se obtendrán acuíferos con aguas limpias, conforme se avance hacia la zona urbana el cambio será radical.
“El estudio científico que estamos realizando puede ser una prueba de que, si bien por arriba el turismo es atractivo con el desarrollo hotelero y todo lo que deriva, consideramos que por abajo no será así, y parte de lo que queremos comprobar científicamente es el grado de afectación de la zona urbana y el turismo masivo”, comentó.
Simultáneamente, se realiza un registro de toda la información de flora y fauna que se encuentra en los acuíferos, su posición geográfica, satelital, los aspectos etnográficos en torno a los sitios y su registro arqueológico.
Actualmente el equipo se encuentra en Quintana Roo y Yucatán, trabajando en zonas como Felipe Carrillo Puerto y Tulum, donde los valores químicos y físicos de los acuíferos se consideran naturales, es decir, que no han sido visitados por turismo y con ninguna relación aparente con el desarrollo urbano.
“No existe una gráfica de comparación de cuáles son los valores naturales de los acuíferos, por lo que la estamos generando con la prospección de estos acuíferos naturales, y con base en estos obtendremos una tabla de los cambios que vayamos observando”, apuntó.
La primera fase del proyecto está programada para un año de duración y en diciembre del presente año se expondrán los resultados preliminares en la Universidad Tecnológica de la Riviera Maya (UTRM).