Desde lo más profundo del Gran Acuífero Maya, bajo el suelo de las selvas de Quintana Roo, donde un pequeño hueco en la corteza terrestre te puede llevar a lugares sorprendentes e inesperados, donde la oscuridad perpetua y el silencio reinan, donde no puede haber equivocación en tu rumbo, en tu paso, en tu arrastre o deslizamiento entre las grietas, donde los miedos no caben.
Investigamos un ecosistema muy parecido al de las Cuevas de Kantemó y nos hemos reencontrado con la anguila ciega (Ophisternon infernale), la dama blanca (Ogilbia pearsei), el camarón cavernícola (Creaseria morleyi) y la cochinilla acuática (Creasseriella anops), así como una gran colonia de murciélagos que aporta los elementos nutritivos a las demás especies.
Estos no indica, que a pesar de la gran distancia que existe entre Kantemó y donde estamos, existe una comunicación entre estos acuíferos que permite la reproducción y dispersión de estos extraordinarios organismos endémicos, que requieren de condiciones ambientales muy especiales, que solo se dan en acuíferos saludables.
Los análisis físicos, químicos y bacteriológicos realizados en sus aguas nos muestran un acuífero muy sano, natural, cuyas características se sumarán a la gran base de datos que va resultando de este gran proyecto.
Dirigidos por el Dr. Guillermo de Anda y auspiciados por National Geographic, participaron en la expedición el Biol. Arturo Bayona, Karla Ortega, Dante, Martín Cumí y nuestros guías los jóvenes de la comunidad de Dzulá, Randy de Jesús Balam Ake y Rodolfo Carlos Tamay Sulub.